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México pone un alto a la pesca de vaquitas marinas

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El gobierno de México puso fin oficialmente a la política de mantener una zona libre de pesca alrededor de las últimas vaquitas marinas que sobreviven. 

La medida anunciada el miércoles sustituye la zona libre de pesca de “cero tolerancia” en el Alto Golfo de California con una escala variable de sanciones en caso de que se registren reiterados avistamientos de más de 60 barcos en la región. 

Debido a que México no ha sido capaz de implementar las restricciones actuales, que prohíben la presencia de embarcaciones en esa pequeña zona, los castigos de la escala variable también parecen estar condenados a la irrelevancia. 

Los expertos en medio ambiente señalaron que, en esencia, la medida deja al mamífero marino más amenazado del mundo expuesto a las redes agalleras en las que queda atrapado y se ahoga. Las redes son colocadas para la captura de totoaba, un pez cuya vejiga natatoria es considerada una exquisitez en China, y se vende por miles de dólares el kilo (la libra). 

Dos barcos del grupo ecologista Sea Shepherd han trabajado con elementos de la Marinamexicana para tratar de retirar las redes agalleras de la zona, pero a menudo se ven superados en número y son atacados por los pescadores, quienes no temen en absoluto a los marinos. 

La Secretaría del Medio Ambiente de México había dicho que la disminución en el número de vaquitas marinas y en el tamaño del área en la que se les ha visto en los últimos años justificaba la reducción de la zona de protección que, en teoría, antes abarcaba la mayor parte del Alto Golfo.

Conocida formalmente como la “Zona de Refugio de la Vaquita”, el área comienza alrededor del delta del río Colorado y se extiende hacia el sur pasando por la localidad pesquera de San Felipe y cerca de Puerto Peñasco.

Pero a medida que disminuyó el número de ejemplares a unas cuantas decenas, y luego a menos de una decena, los científicos y ecologistas decidieron hacer una última defensa en la zona de “cero tolerancia”, un área mucho más pequeña donde se avistaron las últimas vaquitas sobrevivientes. 

El número de ejemplares se confirma a través de dispositivos de escucha subacuáticos que grafican los chirridos y chillidos que los animales hacen, incluso cuando los avistamientos son cada vez más inusuales.


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